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  • En M xico el folclor

    2019-05-20

    En México, el folclor nacionalista de los siglos xix y xx matizó la tipificada creencia cultural de la “convivencia natural” del mexicano con la muerte para explicar y sobrellevar, incluso de manera socarrona, los estragos económicos y sociales del destino mexicano. Elsa Malvido, en este sentido, entiende que por ello los “literatos y pintores cumplieron bien, dándole [a la muerte] un poder ideológico” y elevándola al ámbito de símbolo nacional. Sin embargo, dicha intelectualidad nunca imaginó el impacto cultural de lo que había puesto en marcha. También identificada como compañera fiel de la existencia y en su ocasional representación como “novia amorosa”, pero terrible y recelosa compañera de la vida, queda expuesto que la sociedad mexicana —así como la colombiana— han vuelto orphan receptor la muerte presencia infranqueable, destino de la cotidianidad y salvoconducto de un renovado “dique” metafísico contra una realidad, que se percibe en las obras de Vallejo y Ramírez Heredia siempre adversa y, por cierto, más cruel que la misma muerte. Dos caras de una misma moneda ontológica, los personajes de Ramírez Heredia y de Vallejo parecen completamente conscientes de la transitoriedad de la vida en muerte: de lo terrenal a lo espiritual no hay más que una voluntad y un “mal fario”, insertado en la propia vida o reconcentrado en esta novela en el territorio de Tepito y en esa esquina de cruces de madera, donde se pirograban los nombres de los “caídos en acción”. Ahí se elevan rezos y plegarias a la sangre y al destino: entrecruce de ojos rojos por la toxicidad mariguanera y el frenetismo esotérico. La novela actúa como una masiva recolección de historias, de vidas, de existencias donde lo trascendente y lo inmanente conviven dentro de un escenario distópico y de una manera dolorosamente armónica: Crimen e incertidumbre son delimitadas por el exvoto y la guadaña invisible de lo Absoluto: “Los dos chavos observan los recortes de periódico con una mujer bailando en bikini. Al fondo, un enorme calendario de luz fosforescente, a rhizoids un lado, la Santa Muerte resguardada con veladoras negras”. Enrique Flores ha mencionado que “más que una magia de contacto, la cera supone una magia de los semejante”. En consonancia, en su ensayo sobre el exvoto, Didi-Huberman señala que se trata de una sinergia entre el tiempo, lo corpóreo y la mente: “La cera revela, desde un principio su capacidad de funcionar, psíquicamente, como un material del deseo”? Por ello, la novela describe realidades donde la muerte no es inesperada: es, como la magia esotérica, un acto de la voluntad. Ante la mecanización del acto de matar, “la muerte se convierte en un performance” y es anticipada. Como en el pensamiento antiguo, la muerte representa una verdad latente y una posibilidad fundamental del ser humano: su única y constante verdad.
    La orfandad metafísica en las distopías del odio En esta narrativa, inmersa durante este lapso que ha durado en México la “guerra contra el narco” ha comprobado, como en el caso colombiano, que el terrorismo y la muerte son los más efectivos instrumentos de poder. Se trata del darwinismo social aplicado en su faceta más elemental y feroz: la desaparición del débil, del que resulte inepto y no entienda el uroboros infinito de la corrupción y la violencia. En la actualidad, queda testimoniado en esta parte de la literatura mexicana la experiencia espiritual, la cual aparece como una experiencia condensadora, asunción de una realidad pasada y otra actual. Ha quedado dirigida la fe hacia varios destinos prácticos que en nombre de lo trascendente se rigen y ordenan: Es en honor a la Santa Muerte que los personajes de Ramírez Heredia, aludiendo a la realidad, pidan, veneren y, algunos, agradezcan sus favores tatuándose su imagen en la piel para obtener la fuerza y el valor requeridos para volver a arriesgar, cuantas veces sea necesario, la sustancia vital. “Llevan la Muerte en la piel y en el destino, como todos”: