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  • A diferencia de Sancho de Moncada y Ger

    2019-05-22

    A diferencia de Sancho de Moncada y Gerónimo de Zevallos, regidor de Toledo (ff. 150-153), que se oponen GDC0941 la naturalización de los extranjeros, Alarcón propone que quienes quieran vivir en España gocen de las preeminencias de los naturales, pues “la copia de la gente / hace poderoso al rey” (vv. 2071-2072). Su pensamiento, aparte de su origen novohispano, se inserta en la idea de la época de que la clave de la riqueza radica en una población GDC0941 numerosa. El declive demográfico era un problema nacional que venía arrastrándose tiempo atrás, y son abundantes los escritos reformistas que lo abordan. Desde principios del siglo , González de Cellorigo había escrito sobre la baja demografía en su famoso dirigido a Felipe III: “La Diminucion y falta de gente, ha muchos años que se siente en estos reynos, la qual no procede tanto de las guerras, quanto de la necessidad y falta de todas las cosas, causada por la flojedad de los nuestros, que es la que los ha desterrado de su patria…” (González de Cellorigo: f. 4). El 6 de junio de 1618 Felipe III sometió a consulta al Consejo Supremo de Castilla sobre la falta de gente y hacienda. Respondiendo a tal solicitud, Fernández de Navarrete señala que las repúblicas tienen “por la mejor renta de su patrimonio y la grandeza y autoridad de su imperio la mucha gente de sus estados; en la cual más consiste el reino que en el mismo rey” (Fernández de Navarrete: 449-546). En las de 1623, se asienta: El dramaturgo no solo llama la atención sobre el descenso demográfico, sino que propone como remedio una situación igualitaria para los extranjeros. Bien sabemos por economistas, memorialistas y Procuradores de las Cortes de la terrible xenofobia que habían despertado los extranjeros no solo por la firma de asientos sino por la importación de productos manufacturados. El mercader toledano Damián de Olivares, por ejemplo, consideraba que los negociantes extranjeros eran tan perniciosos para la economía que habían hundido al país (. 1622). En esta línea, para el Rey de Creta la ley puede ser nociva y peligrosa. No obstante, Licurgo sostiene que la gente extraña se hace propia por la amistad, el trato y la vecindad: “porque a darle el tiempo viene / hijos y caudal en ella; / y no hay más patria que aquella / donde tales prendas tiene” (vv. 2081-2084). Algunas voces se alzaban en el sentido de repoblar España con extranjeros (Mariana: 551). El 14 de octubre de 1617 se señaló en las Cortes que se permitiera la entrada de hilo para que oficiales y mercaderes extranjeros poblaran España, “y se henchirá de gente, que es la mayor necesidad que hoy tiene…” ( 1909: 461). Años después, el conde-duque de Olivares formaría una Junta de Población para fomentar la industria y atraer extranjeros. La quinta ley trata sobre el salario de los oficios de justicia y reglamenta que no se pague a complete flower los ricos, sino solo a los pobres, “que el rico no ha menester / más premio que el cargo honroso” (vv. 2087-2088). Ante la posible negativa del monarca a la ley, Licurgo añade: “Ni por esto es de temer / que quien sirva ha de faltar; / que es poderoso el mandar, / y es hechicero el poder” (vv. 2093-2096). En respuesta a la Consulta que hizo Felipe III al Consejo de Castilla el 1º de febrero de 1619, uno de los puntos que proponía para evitar egresos era que el monarca tuviera en consideración los gastos del tesoro público a la hora de conceder mercedes (Elliott: 118). Asimismo, Pedro Fernández de Navarrete señaló a Felipe III, aparte de que la despoblación se debía a los tributos y a no traer extranjeros para repoblar España, que era necesario que los reyes se moderaran en las dádivas (Fernández: 452). Es muy factible que Alarcón, como en otras obras, siguiera la idea de Juan de Mariana, quien aconseja al rey: “confíe á los poderosos el ejercicio de las magistraturas y cargos públicos, para que léjos de cobrar sueldo del Estado, los consideren como honoríficos y consuman en su desempeño parte de su riqueza…” (Mariana: 563-564). Si nos ubicamos en 1621, las observaciones de Licurgo parecen una réplica a la dificultad de la tentativa de reducir los favores del rey después de las primeras Cortes del reinado de Felipe IV. Don Francisco de Contreras argüía: “Todas las personas que sirven a V. Majd. en paz y en guerra aspiran generalmente a las mercedes y premios… y si supiesen que V. Majd. se prohíbe a sí mismo por ley el no podérselas hacer, o dejarían de servir o servirían con desconfanza” (Elliott: 131).