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  • Esta dislocaci n provoca una

    2018-10-25

    Esta dislocación provoca una ruptura con las categorías tradicionales, ya que la “toma” de la plaza pública de Santiago de Chile provoca un quiebre al símbolo de esta civis nacional que impone violentamente la ley o el orden en momentos de toque de queda durante la dictadura chilena. En este espacio se mueve la protagonista realizando diferentes poses, movimientos, frotaciones y atentados corporales para elaborar una performance frente Regorafenib cost un grupo de indigentes que la acompañan como testigos mudos. La acción sucede durante una sola noche y el ambiente es agobiante y saturado por la incesante vigilancia. El espacio, por lo tanto, está constantemente controlado por otros mecanismos artificiales, como son un luminoso que arroja su haz de luz en el cuerpo de la desarrapada para fijarle un nombre propio y una identidad, una cámara de vigilancia que intenta grabar sus movimientos y unos personajes externos que cuestionan las escenas grabadas. El tiempo no transcurre, sino que se mantiene suspendido mientras la protagonista se encuentra allí, exponiéndose al luminoso y a la cámara. El capitalismo se desarrolla conjuntamente con la reorganización espacial, como afirma Harvey (1993), ya que, por un lado, el capital puede moverse libremente de un lugar a otro dentro de un espacio que ya contiene ciertas formas de relaciones; por otro, estos espacios se modifican por las nuevas tecnologías que alteran el carácter del lugar e interactúan con ese lugar en construcción (pp. 5-6). Bajo esta idea de espacio, producto movible y técnicas que afectan el lugar, podemos ver que los cuerpos de los desarrapados en la novela metaforizan a los productos, ya que se encuentran allí como elementos de mercancía iluminados por el recurso tecnológico de un “luminoso”: La plaza entonces no solo es el soporte de un espectáculo de represión y violencia física que metaforiza la represión en Chile durante la dictadura, sino también alude al incipiente proyecto capitalista elaborado por la misma dictadura: Junto con el “luminoso”, encontramos el ojo de una cámara que intenta grabar cada uno de sus movimientos. Es el ojo del panóptico que habíamos visto previamente y que domina todo el cuadrante de la escena de la plaza por medio de tres elementos: la cámara fílmica, la fotografía y un “Otro” que comenta y rehace las escenas filmadas en la plaza. La cámara fílmica logra grabar cuatro escenas: la primera corresponde a la construcción estética de la pose, la segunda a la producción del grito; en la tercera, la protagonista se quema una mano en la fogata, y la cuarta gira en torno al interrogador y al interrogado. En la primera escena, L. Iluminada inicia su performance dentro del cuadrante (la plaza) y la cámara trata de atraparla en la constitución estética de la pose. Hay una descripción muy técnica del movimiento que las cámaras realizan para retener la pose perfecta, incluyendo comentarios y errores de la toma. La segunda toma graba el primer atentado en que ella se estrella la cabeza contra el árbol y se presenta ante su “público” con la cabeza dañada. En la tercera escena, L. Iluminada y el resto del lumperío han recogido restos de desechos en la plaza y han encendido una fogata; ella se acerca e introduce una mano en el fuego. La cuarta escena, un poco más distante de las anteriores, graba un interrogatorio de un sujeto anónimo que intenta responder preguntas vagas acerca de lo que L. Iluminada hizo o dijo en el momento de la caída. Cada una de estas filmaciones falla, pues la cámara no logra encontrar el ángulo perfecto o no ha enfocado el momento preciso. El error se reproduce constantemente y la obsesión de la toma se vuelve más violenta. La cámara entonces se introduce en cualquier momento dentro de la plaza para aprehender a antibiotic resistance la protagonista sin cometer un error: “Ahora sí, a ciencia cierta afirman que el error no se reiterará” (p. 18). La cámara utiliza diferentes formas de atrapar a la desarrapada y para ello usa también la fotografía que muestra la imagen en blanco y negro de L. Iluminada (fig. 1) que se encuentra sentada con los brazos colgando sobre las rodillas y muestra las quemaduras y los cortes. La fotografía es un elemento similar a la cámara, ya que ambas implican un lente-ojo para captar la situación, pero en la fotografía se congela la escena; por lo tanto, el ojo del lente solo capta una perspectiva y obliga a leerla de una determinada manera. Cada uno de estos mecanismos de poder actúa en forma simultánea en el cuerpo de la protagonista, pero fallan constantemente, ya que ella se mantiene en movimiento entre el centro y los bordes, provocando un vacío producido por la carencia de nombre o identidad fija. Carencia y exceso hacen que L. Iluminada se presente de forma incierta, “sospechosa”, frente al luminoso y frente a la cámara que intenta fijar su pose. Esta teatralidad de apariencias provoca un juego de representación en la plaza en la que la protagonista y el resto del lumpen “reapropiados constituyen el escenario” (p. 12), un boceto, un borrador bajo una luz fantasmagórica. Los personajes se mueven para mostrar todas sus formas posibles, hechos y deshechos como un ensayo premeditado para provocar constantemente “erratas conscientes” (102) y que la pose se rehaga nuevamente.